Extrañarte se ha vuelto una rutina. Cada vez un
poco menos constante, con menos ansiedad, pero un par de veces al día te siento
a mi lado.
Recuerdo tus cosas, tus detalles, las frases que
decías cuando estabas de mal humor. Pero también, tu capacidad infinita de
hacerme feliz, de recordarme mis cosas buenas y lograr que olvidara mis
defectos.
Los últimos años de nuestra relación son un
tesoro, un montón de imágenes y de momentos vividos que guardo en una caja
fuerte de mi memoria, inalcanzable para cualquier otro que te hubiera conocido
y tan familiar a mí.
Los muchachos se mudaron a Florida pero siempre
te recuerdan, bueno ya no son tan muchachos. Valeria está muy linda, cumplió
dieciocho y ya está en la universidad. Alvaro es un hombrón de mal carácter,
pero noble y “fundamentoso” como tu decías. Manuelito ya está grande, tiene
catorce, pero sigue siendo el bebe risueño de quien te enamoraste.
Mis hermanos están bien. Bueno casi bien. Luis
está trabajando con esa pasión que le caracteriza y sigue renuente a casarse,
será un ermitaño como tú siempre temías y César vive en
Tenerife, criando sus hijos junto a Nieves, con ese espíritu de soldado de
siempre.
Las cosas siguen igual por aquí. Mi negocio
tienes años malos y años mejores, pero no te preocupes ya me he acostumbrado y
no me estreso tanto.
Todo aquello que me dijiste ahora lo entiendo
perfectamente. Hoy estoy convencido que no se puede ir a ninguna parte sin
antes llenarse el corazón de amor, porque al fin he aprendido, que la alegría de
vivir si es cierto que nace de adentro y no depende de lo que pase fuera de
nosotros.
Aunque a veces pienso que no practicaste muchos tus consejos, entiendo
que la vida que viviste no fue fácil. Ya eso no importa. Siento que en medio
del tiempo y la distancia de tu ausencia tenemos una relación buenísima.
Quiero
reconocer mi inmenso orgullo por haber sido parte de ti, de tu vida y de esas personas que te
conocieron y que aun te aman y te admiran.
Mi historia nació con la tuya y mi vida siempre
estará llena de ese amor incondicional que nos demostraste a los tres por ser
tus hijos.
¿Que hubiéramos sido sin ti?
Ojalá el amor hacia mis propios hijos y a las
personas que me rodean, algún día cuando yo no esté, les
permita vivir eso de extrañar el verdadero amor. Esa misma rutina que disfruto tanto y que me
hace volver a tu lado todos los días...
Manuel Gustavo.